sábado, 18 de octubre de 2008

RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA...de las empresas


Existen manifiestos que ya de por sí, su propio enunciado los hacen atractivos y en algunos casos incluso creíbles. Estamos intentando memorizar ahora uno bastante ambiguo: la Responsabilidad Social Corporativa de las empresas. No es fácil encontrar planes empresariales que además de fundamentar su propia existencia en la escrupulosa búsqueda de rentabilidad, sean proporcionados con lo que en la actualidad alguien define como responsabilidad social corporativa en las empresas.
El esclarecimiento de la nebulosa que rodea este expresado tan confuso lo podemos encontrar en la definición que da de el Lucio A. Muñoz en GestioPolis.com.

Atentos:
“La gestión óptima de la Responsabilidad Social Corporativa en las empresas como nuevo modelo de gestión y filosofía empresarial supone, además del cumplimiento estricto de las obligaciones morales, éticas y legales vigentes, la integración voluntaria en el gobierno, estrategia y administración de las mismas de determinadas políticas sociales, laborales, económicas, de garantía de los derechos humanos, medioambientales y de igualdad y respeto de la mujer que surgen de la relación transparente con los diferentes stakeholders o grupos de interés, es decir, de las relaciones que posee la propia empresa con su capital humano, proveedores, consumidores y clientes, competencia, accionistas, entorno medioambiental, administración pública y la sociedad, en general.”

Hay más:
La gestión de la Responsabilidad Social Corporativa en las empresas debe combinar el modelo financiero de gestión y el modelo socialmente responsable, dos modelos absolutamente compatibles.El modelo financiero, basado en la maximización del beneficio y aportación de valor al accionista y el modelo socialmente responsable, fundamentado en una concepción ética y solidaria de la empresa.
La Responsabilidad Social Corporativa o Empresarial persigue como fin primordial conjugar los objetivos económicos, sociales y medioambientales y, consecuentemente, conciliar los intereses que desea obtener la empresa con los de la sociedad.
Para las empresas que adoptan en su modelo de negocio una eficiente gestión de la Responsabilidad Social Corporativa supone, actualmente, una ventaja competitiva y un factor diferenciador.
Seguro que la productora Walt Disney sacaba de esto un guión encantador para alguna de sus películas, donde la dirección de la empresa fuesen ositos de peluche, los trabajadores conejitos laboriosos que se dedicasen a la fabricación de nubes de azúcar y todos marchasen felices por el bosque de caramelo. Pero nada de eso ocurre. La realidad es bien distinta y se nos presenta como que la única responsabilidad social de las empresas es aquella que le marca la legislación. El guión de las responsabilidades lo marcan la Ley de Prevención, la Ley de Igualdad, la Ley de Conciliación de la Vida Laboral.... y un largo etcétera. Todos estos cantos de sirena de responsabilidades corporativas no alcanzan siquiera la categoría de declaración de intenciones. Existen todavía demasiadas empresas de cualquier tamaño, que intentan buscar el modo de eludir el cumplimiento de sus responsabilidades. Afortunadamente también las hay que intentan cumplir puntualmente los mandatos de la legislación, pero ese es su tope.
Baste un ejemplo de cómo las responsabilidades sociales de las empresas, aún y estando recogidas en la legislación, son pasadas por el forro.
Siempre huyo de dar cifras porcentuales sobre hechos sociales, porque considero que no es mas que una forma, por parte de quién lo utiliza, de querer demostrar que tiene el asunto controlado, cuando lo único que se manejan son datos que en demasiadas ocasiones no entiende ni quién los emplea ni interesan a quién los recibe. Pero lo peor de todo es que esconden en demasiadas ocasiones verdaderos dramas personales que se disuelven en números vacíos. Muy a mi pesar os los voy a dar, para quien no los conozca.
Existe un colectivo social que según el INE está formado por el 9% de la población total del estado español, esto es aproximadamente, 3’5 millones de personas, de estos 1’3 millones están en edad laboral, pero su tasa de desempleo es del 26% nada mas y nada menos. Este colectivo soporta un porcentaje de desempleo un 40% mas elevado que el del resto de trabajadores. Supongo que habréis descubierto que me estoy refiriendo a las personas con discapacidad. A este colectivo lo ampara en cierta medida lo que conocemos como “cupo de reserva”, es decir, la legislación obliga a las empresas de mas de cincuenta empleados a reservar un 2% de plazas en sus contrataciones a este colectivo de personas. Solo hay un punto negro en todo esto. El incumplimiento por parte de los contratadores de este cupo de reserva, les supone una sanción administrativa de 3.000 euros e inhabilita a la empresa para contratar con las Administraciones Públicas. Demasiado barato como sanción. Muchos empleadores consideran más rentable el pago de esta infracción ( si es que alguna vez han de hacerlo) que cumplir la norma.
Existen iniciativas de empresas creadas como proveedores de servicios de personas con discapacidad. Una de estas empresas es el Grupo Fundosa que trata de demostrar y lo ha conseguido, que la rentabilidad de la empresas no está reñida con la integración social y laboral de los discapacitados. Y lo resumen de forma perfecta “Cualquier empleo lo puede desempeñar una persona con discapacidad. Solo hay que definir bien el perfil de la actividad y buscar el candidato ideal” Suelen poner como ejemplo la división empresarial de la Fundación ONCE cuya facturación anual asciende a cientos de millones de euros, que emplea a más de 14.000 personas, la inmensa mayoría de ellas discapacitadas. Enhorabuena a esta iniciativa empresarial. Pero a pesar de estas y otras iniciativas, el colectivo de personas con minusvalías arroja un porcentaje de desempleo vergonzante.
Permitirme que me sonría ante esto de la responsabilidad social corporativa de las empresas y dejarme por favor que os recuerde que el que entre en vigor una ley, no es el fin del camino, no es el objetivo cumplido. Al contrario. Nuestra responsabilidad como sindicalistas empieza el mismo día que esa ley entra en vigor y no solo en la revindicación de su existencia. Somos nosotros quiénes hemos de estar ahí, exigiendo su cumplimiento, allá donde tengamos que hacerlo.



Paco Fernández, mayo 2008

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