sábado, 10 de octubre de 2009

LIDERAZGO EN LA LUCHA







Muchas veces damos por hecho, que las cosas son como son, sencillamente porque así han de ser. Estamos acostumbrados a algún determinado funcionamiento vital, social o costumbrista, porque consideramos una obviedad que ese es el modo correcto de desarrollo de la cuestión.

Cuando descubrimos que lo que dábamos casi por normalizado o por practicamente incuestinable no lo es tanto, acudimos a las vias de solución meteóricas, por descontado a la más utilizada...¿quién es el culpable?. Como si realmente a todos los que participan o participamos en la cuestión no nos correspondiese en mayor o menor medida esa parte de cupabilidad.

Una pregunta con respuesta irrefutable es esta, ¿A quién pertenece la dirección de la lucha obrera?. Sin duda al Sindicalismo, responderemos a coro. Y si, es cierto. Por lo tanto esa tremenda responsabilidad requiere de una rapidez de reflejos extraordinaria aunque no imposible.
La respuesta a esa pregunta en la actualidad, da por sabido el que la división social sigue mantenida en el gran capital, la burguesia y el proletariado. Pero eso ya no es así, ni creo que haya ningún lerdo que lo crea. Aunque existe firme en su mismisimo fundamento ese gran capital, la burguesia ha dado acomodo a esa "pequeña burguesia" que en algún momento les incomodó. Pero los reflejos que necesitabamos los hemos tenido relajados en la evolución del proletario, del obrero, a lo que nos muestra hoy la realidad social. Y fruto de esa evolución, que no acaba de encontrar encuadre dentro del Sindicalismo, la dirección a priori incuestionable de la lucha va perdiendo fuelle.
No vamos a descubrir ahora el agua mineral, reconociendo el increible avance tecnológico que la forma de producción capitalista ha producido. Y con el, la dificilmente cuantificable división de funciones.

Esta tecnologia ha creado, desde tiempo atras, la necesidad de especializaciones y formaciones técnicas dentro del mercado laboral, hasta el punto de que muchos o casi todos los puestos ocupados por estos nuevos "empleados cuantitaiva y cualitativamente formados" se ven cada vez más lejos de sentirse parte de ese mundo obrero. Etimologicamente es posible que así sea. pero no realmente.

Les dan dentro de las empresas a estos "técnicos" una ínfima parte de la gestión de esta, y los muy ilusos se consideran pertenecientes a un grado superior en la "escala evolutiva" de quién vende su fuerza de trabajo.

Y es en este colectivo donde se concentra la mayor bolsa de falta de conciencia sindical.

Como en tantos otros órdenes de la vida, es la individualidad y el afán depredador lo único que conocen.
No se trata de buscar culpables. desde luego el primer lugar lo ocuparían ellos. Pero ¿y nosotros? ¿estamos gestionando nuestra labor con suficiente inteligencia?

Nos encontramos ante una nueva necesidad de concienzación social, quizás más ardua que la que tuvo lugar a finales del siglo XIX. Esta vez no nos encontramos ante la lucha verdaderamente heroica por la dignidad humana. Ahora se trata de arrancar del sonido de la flauta que toca el capital, a toda esa fila de hechizados, que el brillo de la moneda y el ego insaciable les ha hecho sucumbir. Y solo hay una forma. Conseguir que tomen conciencia de que solo en la unión está la fuerza.
Si no conseguimos el que no sigan abriendose brechas, a veces profundas, en el colectivo empleado, no nos tocará más que arriar banderas, agachar la cabeza y confiar en la suerte, que falta nos va ha hacer.